Ahuianime, las prostitutas sagradas aztecas

prostitucion-azteca

A pesar de los esfuerzos de cientos de historiadores, y de todos los recursos encontrados en las últimas décadas, el mundo azteca sigue presentando numerosos misterios a día de hoy. Las sociedades prehispánicas que vivían en lo que hoy conocemos como México suponen un auténtico desafío para aquellos que quieren desentrañar la historia. Y es que no hace tanto que estas culturas desaparecieron, y todavía siguen manteniendo un peso importante en muchas tradiciones mejicanas. Sin embargo, algunas de sus costumbres y ritos más importantes se han perdido en el tiempo, o han llegado a nuestros días tergiversados. Esto supone un esfuerzo mucho mayor a la hora de conocer a fondo la cultura y determinar cuál era su visión sobre ciertos temas importantes. Adorados por muchos, temidos por otros tantos, lo que está claro es que los aztecas eran una cultura con tradiciones muy arraigadas, que pueden parecernos imposibles a día de hoy.

La llegada de los europeos en el siglo XVI supuso un punto de inflexión descomunal para la zona, y aunque el cambio no se produjo al instante, el fin de los aztecas fue bastante abrupto. Sus tradiciones se siguieron conservando, al menos en parte, ya que estaban muy enraizadas en la zona. Tanto es así que incluso muchos españoles terminaron tomándolas o mezclándolas con las suyas, dando como resultado buena parte de la sociedad que encontramos hoy día en México. La religión sí que fue sometida a un cambio prácticamente total, dejando atrás las tradiciones mexicas y tomándose el cristianismo como única fe reinante. Esto también supuso el final de algunas tradiciones concretas, como la de las ahuianime, jóvenes prostitutas que ejercían una función sagrada, dando placer a ciertos hombres. El sexo en el mundo azteca era visto como algo natural, aunque también se penaba su “exceso”. Es algo muy parecido a lo que ocurre hoy en día, donde para muchos sigue siendo un tabú, pero en general se tolera siempre que quede en la intimidad y no se convierta en obsesión. En el caso de estas prostitutas, la sociedad las admitía e incluso las veneraba en cierto sentido, por contar con un estatus especial ligado a la religión.

Un oficio con mucha historia

Seguramente nadie se sorprenderá a estas alturas al saber que había mujeres que ejercían la prostitución también en este tipo de culturas. El trabajo sexual ha sido un nexo común entre civilizaciones y tradiciones de todo el mundo desde hace siglos, y muchos lo consideran, de hecho, el oficio más antiguo. Tal vez no lo sea, pero esa frase sirve para ubicarnos en el contexto de una necesidad que se convirtió en negocio bien pronto. El sexo es mucho más que un deseo, es algo que siempre ha estado ahí, especialmente para los hombres, y que requería ser saciado. Por eso las prostitutas han logrado sobrevivir a guerras, cataclismos y pandemias, mientras otros tantos negocios se han evaporado. La visión que se tiene del placer sexual cuenta mucho para entender este oficio en cada cultura, y con los aztecas no iba a ser menos.

Mujeres educadas para ofrecer su cuerpo

Como en muchas otras culturas antiguas, en la sociedad azteca también existían las llamadas prostitutas sagradas. Es un concepto que hoy en día nos puede sonar raro, incluso contradictorio, pero que era habitual en la Antigua Grecia, en Mesopotamia e incluso en Egipto. Estamos hablando de algunas de las civilizaciones más importantes y avanzadas de su tiempo, que han servido también de base para nuestra cultura occidental actual. La prostitución ligada a la religión se basaba en la elección de los propios dioses, en este caso a través de la fecha de nacimiento de las mujeres. Las chicas que nacían bajo el signo de la flor eran consideradas especialmente dotadas para el placer, y en muchos casos, sus vidas se encaminaban ya desde muy jóvenes hacia la prostitución sagrada. Eran educadas, de hecho, para ofrecer su cuerpo, pero eso sí, no a cualquiera.

El término Ahuianime se utilizaba comúnmente para designar a todo tipo de prostitutas, pero era especialmente usado para centrarse en la prostitución sagrada. Y es que había varios tipos de trabajadoras sexuales en esta sociedad, y no todas adquirían los mismos derechos, o eran respetadas de la misma manera. Las ahuianime sí que eran bien consideradas, gracias a su estatus religioso, al haber sido “escogidas” por los dioses para una función que era vista como necesaria. Eran mujeres hermosas que además solían vestirse de manera provocativa y adornar sus cuerpos con maquillaje para resultar más llamativas. También utilizaban fragancias especiales que enardecían el deseo de los hombres. Es algo muy parecido a lo que hacen hoy las prostitutas comunes, en realidad.

Lugares donde trabajaban estas prostitutas

Las ahuianime eran consideradas vanidosas, y muchos no las respetaban especialmente, a pesar de su condición de sagradas. El estigma pesaba sobre ellas, pero al mismo tiempo, era mucho menor al que podían sufrir otras compañeras que sí que debían trabajar en condiciones mucho peores. El cometido de estas prostitutas solía centrarse en ofrecer sus servicios sexuales a grandes guerreros y hombres nobles y poderosos. Algunos incluso las tomaban como esposas o amantes, ya que la poligamia sí estaba permitida entre la nobleza. Otra de las funciones más pintorescas de estas chicas era satisfacer sexualmente a aquellos que iban a ser sacrificados en honor a los dioses. Nos podría parecer algo escabroso tanto para ellos como para ellas, pero teniendo en cuenta el honor que suponía ser escogidos para el sacrificio, disfrutar de un poco de sexo sagrado no estaba tan mal. Las prostitutas, por lo tanto, solían trabajar en los templos, pero en ocasiones también acudían a las casas propias de los nobles y guerreros, para fiestas o encuentros privados.

Diferencias con el resto de trabajadoras sexuales

De la misma forma que hoy tenemos prostitutas “de calle” y escorts de alto standing, en los tiempos prehispánicos las prostitutas también se diferenciaban por estratos. Las ahuianime, de hecho, eran las más respetadas, las más elegantes y vistosas, las que ocupaban el punto más alto dentro de este negocio. Al haber sido escogidas especialmente para este trabajo por designio divino se las respetaba mucho más, ya que su función estaba bendecida por los dioses. Su imagen, sin embargo, quedaba lejos de ser perfecta, ya que se consideraba el sexo como algo necesario pero solo en su justa medida. Dedicarse a ello, incluso siendo una prostituta sagrada, no era precisamente el mejor oficio que una mujer podía tener.

El resto de trabajadoras sexuales tenían que enfrentarse, además, a la estigmatización por parte de la sociedad. Ellas no podían refugiarse en la excusa del recurso divino para defender su trabajo, que en muchos casos era su única alternativa. El deseo de los hombres estaba por encima de las necesidades de las mujeres, y en muchos casos estas prostitutas no tenían más remedio que soportar a los clientes para poder sobrevivir. Pero ni siquiera las ahuianime se podían considerar dichosas por el pago que se les daba, ya que al final apenas recibían algunos regalos y comida por parte de los guerreros. Aquellos chicos que iban a ser sacrificados sí que les cedían parte de sus pertenencias, pero esto no suponía, ni mucho menos, una fortuna.