Guerreros samuráis, mucho más que una leyenda

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Los hemos visto en innumerables películas y series de televisión, y muchos también han leído sobre ellos en novelas de todo tipo. Los samuráis han llegado a ser reconocidos mundialmente como una de las figuras más emblemáticas del Antiguo Japón, gracias a todas las historias que se han contado de ellos. Esto ha provocado que muchas veces, la fantasía y la realidad se confundan al hablar de estos guerreros que, durante muchos siglos, mantuvieron el poder en el país nipón, convertidos en una élite militar que se empleó a fondo por controlar todos y cada uno de los designios del país. La imagen del samurái noble y bueno, valiente y luchador, pero también sereno y pacífico cuando había de serlo, es la que nos ha llegado hasta nuestros días, pero seguramente no fuera exactamente así en los tiempos de dominio del shogun.

Los samuráis son uno de los emblemas de la historia de Japón, donde su figura se ha idealizado bastante en las últimas décadas, dejando casi a un lado su autoritarismo en el gobierno del país durante varios siglos, y centrándose más en su parte guerrera y espiritual, en su dominio de las armas y del arte de la guerra, que les ha convertido en leyenda. Esa es la imagen que nos ha llegado a Occidente, gracias entre otras cosas al cine de Akira Kurosawa, a los mangas y animes que hemos visto en las últimas décadas, y a las novelas que se ubican en Japón, en toda la etapa gobernada por estos mismos guerreros de élite, que incluso dejaron al Emperador en un segundo plano bajo su poder.

El origen de los samuráis

El germen de estos guerreros está en el siglo III d.C., cuando en Japón existía ya una élite aristocrática de luchadores y guerreros a caballo que solían ser enterrados con sus propias armaduras, considerando el honor como una parte fundamental de su credo. La palabra samurái designaba a aquellos que servían, ya que en un primer momento, estos guerreros estaban al servicio de terratenientes y grandes líderes, hasta que tomaron ellos mismos el poder en una autocracia militar, sobre el siglo X. Para entonces, los samuráis ya eran considerados como grandes guerreros legendarios, aunque solían ir a caballo y ser diestros con el arco, más que con las espadas, como estamos acostumbrados a verlos hoy por hoy.

¿Quién fue el mejor samurái de la historia?

La mayoría de datos que nos han llegado de estos guerreros proceden de las historias que se cuentan de ellos, y pueden tener mucho de leyenda y poco de realidad. Sin embargo, se tiene constancia de que había grandísimos guerreros samuráis que eran capaces de enfrentarse a pequeños ejércitos ellos solos, entrenados en su capacidad de lucha, sin tener misericordia alguna con los rivales y siendo muy habilidosos tanto con el arco como con la espada. Si tuviéramos que escoger solo a uno de estos guerreros, seguramente nos quedaríamos con Miyamoto Musashi, un samurái que vivió en el siglo XVII y que se convirtió en el mejor espadachín de todo Japón, comandando ejércitos en una época en la que los samuráis ya estaban un poco en declive. Su valor y su destreza le hicieron destacar por encima del resto en todas sus batallas.

Cómo vivían estos guerreros

La era dorada de los samuráis se extendió entre el siglo X y el siglo XVII, cuando dominaban todo el país gracias a imponer su autoridad a través del shogun, que era su jefe supremo, por encima del propio Emperador del país. Los samuráis eran escogidos entre la elite marcial y militar del ejército del país, y eran entrenados en armas y en el arte de la guerra, lo que también suponía buena parte de su vida adulta. Eran enviados a las batallas, controlaban el orden en las ciudades, y vivían bastante bien para la época, pero sobre todo, estaban sometidos a su código de honor, en el que debían de ser rectos y guardar siempre el máximo respecto a las reglas que habían recibido de sus antepasados, incluyendo el seppuku, el suicido por deshonor con su propia espada.

Armas y armaduras samurái

La mayoría de nosotros relacionamos a los samuráis siempre con esa espada de hoja curva, la katana, que ha llegado hasta nuestros días aunque ya como una pieza casi de reliquia. Era un arma habitual para estos guerreros, e incluso solía ser aquella que utilizaban en los seppukus, pero lo más llamativo de los samuráis es que eran grandes guerreros a caballo, y que al cabalgar tenían también una habilidad tremendamente especial con el arco. De hecho, los samuráis a caballo y con arco eran  mucho más habituales que las fuerzas de choque con katanas, aunque la imagen que nos ha llegado con el tiempo haya sido esta última, tal vez por ser más vistosa y un arma de mayor honor que el propio arco y las flechas.

Por qué desaparecieron los samuráis

Después de que uno de los shogun decidiera restarle poder a la autocracia militar impuesta siglos antes por los samuráis, estos guerreros entraron en declive y quedaron de nuevo bajo el mando del Emperador, ya en el siglo XIX. A finales del mismo, el samurái Saigo Takamori trató de avanzar con sus tropas hacia Tokio, quedándose en el camino ante la fuerza defensiva del Imperio. Takamori murió en batalla y se le considera hoy por hoy un héroe trágico en  Japón, el último gran samurái del país. Los cambios que se dieron a mediados del siglo XIX hicieron que estos guerreros quedaran confinados a ciertas prefecturas rurales. Japón evolucionaba muy rápido y ya no parecía haber sitio para aquellos nobles guerreros del arco y la katana. Su leyenda, sin embargo, permanecería viva en el ideario colecto japonés.