Guerra fría, ¿qué sabes de este enfrentamiento?

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Los conflictos armados siempre suponen una tragedia para el ser humano, porque no se trata de vencer o sucumbir ante el enemigo en el campo de batalla, sino que el simple hecho de haber llegado a esa situación ya da a entender que se ha sido incapaz de llegar a una solución que no implique miles de muertes y derive en un caos y una destrucción que pueden dejar secuelas imborrables en un territorio. Las guerras, por desgracia, siguen siendo habituales hoy en día, en pleno siglo XXI, aunque algo cambió para siempre en 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo se preparaba para una nueva era en la que el sistema económico imperante se radicalizaría hasta llevarnos a la globalización, un mundo donde las fronteras ya eran más permeables.

Tras la última gran contienda mundial se formaron dos grandes bloques. El primero de ellos estaba formado por las potencias occidentales, partidarias del capitalismo y comandadas por Estados Unidos y los países del oeste y sur de Europa, desde Francia a España, pasando por Reino Unido y una parte de Alemania. En el otro bloque, el oriental y comunista, la URSS, ejercía su poder y su influencia sobre numerosos países asiáticos, como China, pero también europeos, como Polonia, Rumanía, Hungría o una parte de Alemania. El mítico muro de Berlín quedó como muestra de la cerrazón de una misma sociedad, que debía imponer este tipo de medidas dentro de una ciudad para separar a la gente por sus ideas. Así es como comenzó la Guerra Fría, un conflicto que no se desarrolló de manera directa, sino a través de pequeñas luchas y escaramuzas, de manipulación y estrategia, a lo largo de cuatro décadas.

¿Por qué se llama la guerra fría?

Hasta 1945, lo habitual era que cualquier conflicto armado se dirimiese en el campo de batalla, en una guerra que durase tal vez meses, o incluso años, como la que tuvo lugar en Europa a principios de los años 40, precisamente. Sin embargo, el mundo no estaba preparado para una nueva Guerra Mundial, a pesar de que las tiranteces y la tensión de los dos bandos surgidos después de la derrota de los nazis era más que patente. Los rusos también habían ayudado a acabar con Hitler, pero no pudieron imponer su forma de ver la sociedad y la economía. Estados Unidos se adelantó y, a cambio de la ayuda en forma de fondos Marshall, convenció a toda Europa para que siguiese de su lado, o al menos a las grandes potencias occidentales. La Unión Soviética, por su parte, desarrollo su influencia a través del comunismo y la lucha de clases en toda la parte oriental del continente, así como en Asia y en algunos países de América, especialmente Cuba.

El nombre de “Guerra Fría” se le fue dado precisamente por ser un conflicto nunca declarado oficialmente, pero siempre llevado a cabo con especial interés por ambas potencias, buscando erigirse como la principal dentro del nuevo mundo globalizado. No se trataba solo de ganar una guerra en el campo de batalla, sino de utilizar la ideología, la información, para conseguir esa ventaja y desestabilizar al otro eje. El término en sí fue escrito por primera vez por George Orwell, autor de la distopía 1984, quien lo utilizó para ejemplificar el tipo de trato que estaba dando la Unión Soviética a Reino Unido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, hostil pero sin ser declaradamente beligerante. Así pues, el término se popularizó y durante décadas sirvió para describir el conflicto que se libraba, sobre todo de manera soterrada, por la supremacía mundial, tanto económica como social y cultural.

¿Cuánto tiempo duró la Guerra fría?

Los primeros indicios de Guerra Fría se vivieron ya al final de la Segunda Guerra Mundial, dadas las extremas diferencias que se podían comprobar entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Los norteamericanos dudaban de las intenciones de los soviéticos y para frenar su avance crearon en 1949 la OTAN, una alianza de países occidentales que velarían por la seguridad conjunto en sus territorios, pero que no era más que un caballo de Troya para seguir implantando su propio sistema capitalista salvaje en todas esas naciones. La URSS, por su parte, desarrolló el Pacto de Varsovia años después, para crear también una alianza de países comunistas frente al imperialismo. Durante décadas, ambos bloques se enfrentaron en conflictos armados, pero también ideológicos y culturales, hasta que el fin de la URSS, a finales de los años 80, determinó también el fin de la Guerra Fría, constatando al imperialismo americano como vencedor.

¿Cuáles son las principales características de la Guerra Fría?

Se trataba de un conflicto soterrado, sin grandes batallas bélicas en territorio de las potencias principales. No hubo batallas en Estados Unidos ni en la URSS, pero sí en países satélite, como Vietnam, Corea o Nicaragua, lugares que Estados Unidos intentaba “recuperar” para la causa occidental, y que estaban bajo la influencia soviética. A pesar de estos conflictos, la característica más importante de la Guerra Fría era la forma en la que cada país manipulaba la información para conseguir crear un miedo auténtico hacia el enemigo. Lo hizo Estados Unidos con la amenaza nuclear, y persiguiendo a cualquier persona dudosa de ser comunista, el mayor pecado para cualquiera en aquella época. Lo hizo la URSS imponiendo regímenes dictatoriales supresivos para evitar la expansión del capitalismo y de la propia cultural occidental por aquellos países. La utilización de medios de espionaje y del propio conflicto en favor de los intereses propios, regando de miedo a la población, es también otra característica indudable.

¿Cuál fue el fin de la Guerra Fría?

Si bien Estados Unidos participó en numerosos conflictos armados durante aquella época, en países que estaban en la órbita de la URSS, tratando de desestabilizar la situación soviética, la mayoría de ellos fueron un auténtico fracaso. Vietnam todavía se recuerda como una auténtica masacre para los jóvenes norteamericanos, que iban a aquel país del sur de Asia a morir sin saber muy bien por qué. La situación se volvió mucho menos tensa ya en los años 80, a pesar de que seguían abiertos frentes como la Guerra de Afganistán. Estados Unidos ya había conseguido imponer su estilo de vida y de cultura en prácticamente todo el mundo, y cada vez eran menos los países en la órbita soviética, ya que muchos de sus líderes dictatoriales habían sido derrocados en revoluciones.

El auge de la Unión Soviética vivió momentos muy duros en aquella época, desde el accidente de Chernobyl hasta la independencia de ciertas repúblicas, que sería la antesala de la disgregación total de la Unión Soviética, a principios de los 90. El Muro de Berlín, símbolo de la separación entre ambos bandos en la capital alemana, fue destruido de forma alegórica y no planeada por un montón de jóvenes que sentían que habían estado demasiado tiempo peleados. La Guerra Fría había terminado y Estados Unidos se sentía vencedor, por haber conseguido imponer su sistema económico y cultural en todo el mundo. Sin embargo, la victoria había costado cara, y los norteamericanos siguen comprobando hoy en día, treinta años después, que su supremacía mundial no está ni mucho menos asegurada, por el surgimiento de un nuevo enemigo clave: China.